miércoles, 23 de septiembre de 2009


Accediendo a otra rama de mi árbol, aunque está algo tierna, no posee ninguna hoja, ningún fruto todavía y lo que es peor es endeble para mantenerme. Aún no puedo dejar de agarrarme a esta, fíjate esta espléndida, llena de hojas enormes y frutos de un color vivo maravilloso. Es fuerte! creo que podrá sostenerme hasta que esta nueva rama se fortalezca. Desde el primer día que decidí ir hacia a ella, han brotado algunas hojas, aunque aún son pequeñitas y frágiles, pero con luz y algo de mi cariño...crecerán, como lo hizo el tronco, y como lo ha hecho esta rama que aún me sujeta.


No sé por qué me quise bajar de ella con sus grandes hojas me ofrecia protección y comodidad y su poderoso tronco, estabilidad. Ahora me tambaleo en esta, me siento insegura y no estoy tan agusto como en la otra, a veces me dan ganas de partirla, de destruir los pocos brotes que tiene y seguir aferrándome a la gruesa.


Pero si bajo de ella, y apoyo los pies en el suelo, veo que el árbol necesitaba otra rama en ese extremo, será más bonito y grande que los otros...durará mucho más tiempo y dará mucha más sombra a mí y a los mios.


Poco a poco me soltaré para así ofrecer más de mí a la nueva rama, aunque no he de olvidarme de la otra, por que también forma parte de este árbol tan maravilloso. Sabes que nombre le puse al árbol?...


VIDA